
Matthew Shipp Trio «To Duke»
La idea de escuchar a Matthew Shipp versionando a Ellington con su trío resulta inevitablemente excitante: ¿qué será capaz de hacer ese recio experimentador de formas sonoras que es Matthew Shipp con las composiciones redondas, finamente hilvanadas, de Duke Ellington? Dada la excitante solidez de la obra del pianista, que lleva ya un par de décadas alimentando en sus grabaciones un espacio musical propio, personalísimo e inspirador, solo cabía esperar lo mejor de esta nueva aventura.
Quizá el enfoque adoptado por Shipp en “To Duke” resulta en el fondo predecible, a poco que se medite al respecto: es este un Ellington bronco, quebrado, intenso, excesivo… atrapado en una ecuación que Shipp no podía resolver. En ese sentido, “To Duke” podría considerarse una grabación fallida: si existía un modo de conectar los universos sonoros de estos dos músicos tan irremediablemente dispares, no hemos de encontrarlo aquí. Las composiciones son utilizadas como meros recipientes para la interpretación del trío, no existe una verdadera trabazón entre las unas y el otro. Peor que eso: ese recipiente resulta a menudo sencillamente inadecuado para que el trío desarrolle su música. Así, interpretaciones como In a Sentimental Mood evidencian esa falta de comunicación entre forma y fondo: una vez expuestos los temas, el trío se embarca en rudas improvisaciones que carecen de la hondura estructural habitual en la música de Shipp, resultando en general recreaciones áridas y, a veces, estériles.
Lo que sucede es que, si evitamos caer en la trampa, en el artificio intelectual, de escuchar “To Duke” como una fusión estilística, si sencillamente escuchamos la música que contiene, aislándola del paraguas ellingtoniano, resulta fácil disfrutar de una hora de jazz intenso y estimulante… incluso cabría regresar a la trampa esa de intelectualizar la música para darle la vuelta al argumento: supongamos que Shipp deseaba grabar un disco con el trío combustionando en torno a estructuras armónicas sencillas, probar esa vertiente ruda, directa, furiosa… y se le ocurrió la idea de “aligerar” esa rudeza utilizando composiciones de Ellington como excusa formal.
Sea como sea, hay mucha música en “To Duke”: Take The A Train, e incluso ese In a Sentimental Mood que parece desnudo de entidad musical propia, resultan al cabo vibrantes, si bien toscas, interpretaciones jazzíticas; en Satin Doll esa tosquedad queda parcialmente rebajada, precisamente, por un atractivo amago de diálogo con la composición de Ellintgon; la delicada interpretación a piano solo de Prelude to a Kiss, en que, ahí sí, Shipp insufla verdadero aliento a su piano, curiosamente en una interpretación relativamente fiel a la escritura del Duke; Dickey Duke, en que el piano se pliega a una refrescante sobriedad para que Whalt Dickey desate su inquietante dispersión rítmica; o el Solitude que cierra la grabación, con su aire vagamente melancólico a pesar de la intensidad (ahora sí, más emocional que física) con que la ataca el trío.
“To Duke” es una grabación interesante que, una vez superada la sorpresa inicial moderadamente desagradable, se revela rica y atractiva. No estamos, desde luego, ante una de las obras mayores de un músico que nos tiene malacostumbrados a ellas; pero atesora abundantes puntos de interés en todo caso.
© Ricardo Arribas, 2016
El trío en directo en el Vision Festival el 14 de Junio de 2014:
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