
Nels Cline «Dirty Baby»
Nels Cline parece haber entrado en un loop productivo casi inabarcable. En los últimos meses ha editado, al menos, «Initiate» (Cryptogramophone, 2010) con los Nels Cline Singers , la conjunción de estos con el ROVA Saxophone Quartet («Celestial Septet» –New World, 2010-), «Sons Of Champignon» (junto a Tim Berne y Jim Black), «Floored By Four» (Chimera Music, 2010) en cuarteto con Mike Watt, Dougie Bowne y Yuka Honda y el DVD «Stained Radiance» (Greanleaf, 2010) en que musicaliza el trabajo pictórico del artista Norton Wisdom. Y el «Dirty Baby» que nos ocupa, claro. En él Cline muestra otra faceta musical diferente, orgánica en relación con su obra anterior pero no por ello menos novedosa y sorprendente.
La idea que late tras esta obra tiene miga: se trata de un encargo del poeta y productor David Breskin consistente en musicar, o más bien en plasmar musicalmente, las sensaciones provocadas por dos series de viñetas del pintor, fotógrafo y dibujante Ed Rushka. La cosa se complica porque Breskin, por su parte, escribió una serie de poemas (con formato de ghazals, una arcaica forma poética indo-persa-árabe) basándose en esa misma obra de Rushka, convirtiendo así «Dirty Baby» en una especie de amalgama artística interdisciplinar (hay que señalar que Cline solo tuvo acceso a unos pocos de esos versos antes de grabar el disco).
Las dos series pictóricas de Rushka que sirven de base a la grabación (que se incluyen, claro está, en el magnífico libreto que la acompaña) se titulan Silhouttes y City Scapes, constan de 33 pinturas cada una y trazan, de manera independiente, sendos recorridos más o menos históricos de la civilización occidental. El encargo de Breskin se inmiscuyó en la labor musical de Cline: Silhouttes debía traducirse musicalmente en forma de una sola y extensa composición, City Scapes debía dar lugar a una pieza musical por cada pintura.
Como veis, el envoltorio argumental (y físico) de «Dirty Baby» resulta muy atractivo; la música resultante no desmerece en absoluto. De entrada es de agradecer que Cline haya separado cada uno de los dos proyectos en un cd independiente, el primero dedicado a Silhouttes y el segundo a City Scapes. El cd 1 (correspondiente a Silhouttes) consta, como deseaba Breskin, de una sola composición (Dirty Baby), si bien está dividida en seis partes. En sintonía con la obra pictórica que le da origen, la composición discurre desde las bucólicas guitarras de Part 1, pasando por el rock espacioso, lánguido de Part 2, los ruiditos electrónicos off rhythm de Part 3 y el folk un puntito exótico de Part 4 hasta los vertiginosos ritmos funky de Part 5 y el vendaval guitarrero de Part 6, trazando una especie de arco de lo campestre a lo urbanita (no demasiado sutil, por cierto). Sin embargo, mi impresión es que Cline ha “traicionado” un tanto la intención del productor, pues aunque las seis partes de «Dirty Baby» enlazan una con otra físicamente, en el fondo son composiciones autónomas. Poco importa, en realidad: la cuestión es que la música ideada por Cline resulta una amalgama sonora tan variada como absorbente, extraña pero fundamentalmente accesible.
El cd 2 está formado por 33 piezas cortas, una por cada pintura de las que componen City Scapes. Se trata de piezas lógicamente menos orgánicas que las de Silhouttes, se trata de fogonazos musicales expresivos pero informes (no están montados ni estructurados, tan solo ejecutados y dispuestos secuencialmente). Estilísticamente oscilan muchísimo, de la clásica contemporánea al rock más atronador pasando por los ramalazos electrónicos, el blues, una especie de free jazz distorsionado, el country… Probablemente la correspondencia entre la obra pictórica y la musical está mucho más lograda en City Scapes que en Silhouttes (estos brochazos al vuelo resultan enigmáticamente descriptivos y evocadores de las viñetas que representan), y la escucha resulta tremendamente interesante y divertida.
Resulta curioso que los dos discos apunten a objetivos musicales similares utilizando mecanismos expresivos diametralmente opuestos: el fogonazo breve y directo en un caso, la paciente elaboración sonora (a veces de tintes hipnóticos) en el otro. Secunda a Cline en el empeño un considerable elenco de músicos californianos y el resultado es una grabación formalmente poco o nada jazzy… aunque es de esas que a muchos aficionados jazzíticos nos gustan por su fiera individualidad y su afán aventurero.
«Dirty Baby» es un trabajo ambicioso y logrado de este siempre interesante músico y guitarrista.
© Ricardo Arribas, 2011
«Dirty Baby» en directo. Concierto completo.
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