Quizá el sonido particularísimo de este pianista era inevitable: no se trata del clásico músico que supo desde muy joven que se dedicaría a esto (para el la música es un fruto tardío, y no empezó a tocar el piano hasta los 18 años), ni es el clásico jazzman que escucha también otros estilos.
Hablamos de un saxofonista que en el discurrir de su carrera ha evidenciado con creces el sinsentido que supone contemplar la historia del jazz como un recorrido lineal. Su potente capacidad expresiva recurre a diversidad de fórmulas que desbordan la simple etiqueta de músico free.