
David Sylvian «Manafon»
Hace tiempo que siento curiosidad por la música de David Sylvian, pero hasta ahora no había escuchado una grabación suya. Supongo que fue el hecho de ver en los créditos de «Manafon» a gente como Evan Parker o Otomo Yoshihide lo que me decidió a probar suerte… no, desde luego, los atemorizadores comentarios que había leído en una reseña de la grabación (Nota 1): “(…) muchos lo desestimarán después de una escucha o dos, y no le darán nunca el tiempo que precisa para ser sentido, no digamos comprendido. Para llegar a ese punto será precisa mucha paciencia. (…) Solo los aficionados verdaderamente dedicados al artista serán lo bastante pacientes para perseverar y decodificarlo”. No se a vosotros, a mí frases como estas tienden a hacerme huir despavorido: suenan a que el disco es un coñazo incomprensible, y escucharlo un trabajo laborioso y antipático en lugar de una experiencia lúdica. Claro que cada cuál busca cosas diferentes en la música.
Sea como sea, aquí estamos: yo con tres escuchas de mi primer Sylvian a la espalda, vosotros quizá preguntándoos por qué considero que mis impresiones acerca de la decimocuarta grabación de un músico que no conozco merecen ser leídas. Desconozco el interés que esas impresiones pueden tener, pero en estas condiciones tienen la particularidad de estar forzosamente centradas en la música, expurgada de prejuicios, de preconcepciones que la grabación podría haber colmado o traicionado. Claro que eso no es del todo cierto: están esos comentarios leídos que antes señalaba, que sin duda me hicieron acercarme a «Manafon» con cierto temor. Y la idea de que David Sylvian es un músico raro.
La sorpresa ha sido mayúscula: «Manafon» consta de nueve composiciones muy precisas, repletas de melodías sencillas que se desarrollan sin mirar atrás pero siempre dentro de un territorio más o menos convencional. Sorprende la desnudez asombrosa con que las presenta Sylvian: «Manafon» es básicamente una grabación en solitario, a capella, de ahí que las composiciones sean tan nítidas. No hay un armazón sonoro que sostenga la interpretación de Sylvian, todos esos músicos que aparecen en los créditos se limitan, fundamentalmente, a arroparle discretamente en su interpretación: suaves apuntes del contrabajo de Werner Dafeldecker y la guitarra de Burkhard Stangl en Small Metal Gods; la pálida intervención de Evan Parker y algún compañero del Electroacoustic Ensemble en The Rabbit Skinner; interferencias electrónicas de todo tipo en The Greatest Living Englishman, cortesía de Toshmaru Nakamura y Otomo Yoshihide… todos ellos participan en la creación de una atmósfera misteriosa, sugerente, que envuelve tenuemente la voz hermosa y bien modulada de Sylvian, verdadero protagonista de este curioso y atractrivo proyecto musical. ¿Momentos destacables? Cada cuál encontrará los suyos; a mí me enganchan especialmente las melodías y enigmáticos sonidos de Snow White In Appalachia y Emily Dickinson.
«Manafon» no es un disco automáticamente recomendable para ninguna tribu jazzítica concreta: no encontramos en él ni swing ni ningún otro elemento de los usualmente considerados fundamentales del jazz… salvo la búsqueda de recovecos expresivos novedosos. Eso no se le puede negar a David Sylvian. Pero creo que los aficionados con las orejas curiosas ante sonidos inéditos se acercarán a «Manafon» con posibilidades de pasar un buen rato. Al contrario del autor de las líneas que mencionaba al principio, yo encuentro «Manafon» muy accesible, aunque en última instancia falto de la tensión que te impulsa a reescuchar indefinidamente un disco.
© Ricardo Arribas, 2010
(Nota 1) AllAboutJazz, reseña de Nenad Georgievski
Un par de cortes del disco subidos a YouTube.
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