Caramba, vais fuertes, está apareciendo la artillería pesada. Mucho enfermo del piano solo estoy viendo por aquí.
Un gigante, uno de los más grandes, y en quien no debemos detenernos solo en su faceta de pianista. Cualquier grabación suya es música de primer orden, aunque y sienta debilidad por escucharle solito frente o en sus cuartetos con el gran Budd Johnson.
Sí, Earl Hines es un gigante. Me pasó que cuando compré el año pasado la caja de Mosaic y vi que había tan poquísimas grabaciones a piano solo o en trío, me sentí un poco frustrado, porque tenía la esperanza de que entre 1928 y 1945 hubiera grabado muchísimo a piano solo o en grupos pequeños, pero no, lo suyo era su orquesta, que obviamente evolucionó notablemente en ese largo periodo documentado en estos siete cds, desde hot jazz al swing arrasador, para decirlo rápido.
Earl Hines «Classic Sessions 1928-1945» © Mosaic, 2012La verdad es que antes de tener esa fantástica caja, no había prestado demasiada atención al Hines líder de orquesta, pero suena de pelotas, y el piano siempre tiene sus momentos de solista genial, aunque creo que me pasa lo que a ti, las ganas de escuchar su piano superan a las de escuchar la orquesta.
Por cierto, el de Joanne Brackeen que comentas me ha dejado totalmente descolocao, porque no sabía siquiera de la existencia de esta señora.
(...)
Por mi parte, comentaros, en cuanto a discos de Bill Evans, la caja del The Last Waltz (...)
La Brakeen es de los casos más inexplicables entre los grandes desconocidos en general por el aficionado al jazz, y ese estuche de Bill Evans ya sabes que se complementa con otro estuche con el nombre de
«Consecration» con lo que son un total de 16 cds, todo lo grabado en los pases del 31 de agosto hasta el 7 de setiembre en el Keystone Korner de San Francisco. En esas grabaciones la verdad es que no está el Bill Evans más brillante, está ya realmente muy jodido y tira bastante de oficio, pero claro, es Bill Evans.
Tocho, que decias que no te gustaba el caldo........toma dos tazas.
Pero caldito del bueno.
GERSHWIN, for two pianos
Rhapsody in blue
Concerto in F
Katia & Marielle Labeque
Pues esta versión para dos pianos escrita por el mismo Gershwin no la he escuchado, a ver si lo remedio.
Voy con un par de discos que últimamente rondan por encima de mi mesa.
Anthony Coleman «Freakish» © Tzadik, 2009
Anthony Coleman, piano solo.
Este es uno de los discos más entrañables de los últimos diez años, también a piano solo, y que he estado escuchando otra vez estos días. El tío se arremanga, se pone el chip piano stride, y se mete a tocar la música de Jelly Roll Morton, a ratos más tradicional y a ratos menos, pero siempre ingenioso y tranquilo, sin historias deconstructivistas ni abstracciones como serían de temer de un disco del siglo XXI de Anthony Coleman en Tzadik. Dedicado a su profe Jaki Byard. Delicioso.
Otro disco que tengo a mano estos días:
Fred Hersch «Thelonious: Fred Hersch Plays Monk» © Nonesuch Records 1998.
Fred Hersch, piano solo.Fred Hersch tiene discos buenísimos, y otros extraordinarios, este es de los extraordinarios. ¡Es que hay tantas grabaciones fascinantes en el ámbito del piano! El hecho de que sean composiciones de Monk es un valor añadido. Le suaviza la aspereza original, pero añade otra más inquietante, más grave, más matizada y sutil. Jorge ha mencionado el fantástico
«‘Round Midnight» de Hancock, la que hace aquí Hersch no es comparable (hace dos versiones, pero la otra es un reprise final de unos cuantos compases), lo de Hancock es bastante bestia, más espectacular, con un vuelo más alto que el vuelo rasante de Hersch, pero su manera de abordar este enorme tema, y por extensión todo este disco, me gusta más.
Hay cinco versiones miniatura del
«Misterioso» sobre la que ya hemos hablado alguna vez, que encuentro acojonantes, entre otras cosas por la rigurosa humildad franciscana concentrada en cada una de las cinco miniaturas, en alguna de ellas hay notas que pesan unas diez toneladas, más pesadas que alguna de las de Monk, y otras más ligeras que el aire, incluso las hay de una marcialidad cómica, o que caen en un espaciado goteo cristalino y aleatorio, cada una esas cinco mini versiones son mundos aparte, pero de una misma galaxia. Y hablando de stride piano, en el
«Let’s Cool One» hay una muestra la mar de elegante.
Ala, a seguir que son dos días.